UN LÍDER INESPERADO
En el
año 2125, la Agencia Mundial Aeroespacial ya había conseguido contactar con
otros planetas con vida extraterrestre. La conexión todavía era muy
rudimentaria, ya que la tecnología no estaba tan avanzada y viajar a otros
planetas todavía era muy complicado para la mayoría de las civilizaciones
del sistema
solar.
Con
Marte las relaciones eran buenas e incluso los marcianos y terrestres habían
intercambiado regalos. A través de la nave InSight II, los humanos enviamos
chocolate, azucenas, un cd de música rock y el libro de Don Quijote de la
Mancha, Por su parte, los habitantes de Marte nos enviaron un juguete-robot con
forma de marciano, una piedra preciosa que solo había en su planeta y una
batería que nunca se acababa, la cual sirvió para ayudar a muchos países
pobres.
Nos
llevábamos genial con el “planeta rojo”, pero con Venus las
cosas eran totalmente distinta, Al estar más lejos el planeta de los venusinos,
la comunicación era algo más complicada. La única forma de contactar era
mediante un sistema parecido al código morse, donde los mensajes eran cortos y
muchas veces llegaban a la mitad.
En una
ocasión, el líder de la Tierra envió un escrito al representante de Venus que
decía: “Queremos ser vuestros amigos y destruir toda mala relación entre
nosotros y vuestro planeta”. Sin embargo, de nuevo las conexiones fallaron y a
Venus solo llegó: “Queremos ser vuestros amigos y destruir toda
mala relación entre nosotros y vuestro planeta”.
Los
venusinos se escandalizaron cuando vieron el mensaje y pronto se organizaron
para defenderse del ataque. Estaban convencidos de que podrían vencer a la
Tierra, ya que su tecnología era muy superior, de hecho, como era costumbre en
su civilización, enviaron un comunicado avisando a la Tierra de que el líder
venusino iría al “planeta azul” para reunirse con su representante: “El próximo
4 de septiembre de 2125, a las 12h terrestres, nuestro líder aterrizará en
Washington DC para firmar un acta de Guerra”.
Sin
embargo, a la Casa Blanca nunca llegó ese comunicado por las dichosas
conexiones, por lo que en ningún momento pensaron que se había declarado una
guerra entre planetas, llegó la fecha y los venusinos tomaron rumbo a la
Tierra. Tras casi 50 horas de viaje se adentraron en la atmósfera, por la parte
del trópico central. En ese momento, la densa capa de ozono y unas tormentas
inesperadas hicieron que el piloto de la nave perdiese el rumbo y las
coordenadas.
Tras
recuperar el control y dar varias vueltas sobre el planeta, aterrizaron donde
ellos pensaban que estaba la Casa Blanca, abrieron la escotilla de la nave y el
líder de los venusinos y sus guardias bajaron hasta pisar suelo, se
sorprendieron por la belleza del lugar. Efectivamente todo era blanco, pero no
encontraban la famosa Casa. Algo imposible, ya que habían posado su nave cerca
de Laponia, cerca de Finlandia.
El
silencio del lugar les puso en alerta, ya que pensaron que podía tratarse de
una trampa. De repente, se oyó un ruido entre unos matorrales y los
guardias apuntaron con sus poderosas armas. Apareció un perro que se acercó
tímidamente a los visitantes. -Detente- dijo el líder venusino en su lengua.
-Soy Makuly, ser más importante del planeta Venus, ¿puedes entendernos?
El
perro, como era obvio, no dijo nada. Solo sonrió. -¿Eres tú el líder de este
planeta?- preguntó Makuly algo desconcertado. El perro empezó a mover la cola
de un lado a otro en señal de alegría. Los venusinos no entendían nada. -Hemos
hablado por código interespacial, sé que puedes entendernos, ¿por qué no
respondes?- empezaba a enfadarse el líder venusino.
-¡GUAU!-
dijo el simpático canino.
-¡Esto
es una ofensa para nuestro pueblo! ¡Deténganlo, nos lo llevamos de rehén a
nuestro planeta!- ordenó Makuly a su guardia, el perro no ofreció resistencia y
se fue con ellos tan feliz. Los extraterrestres arrancaron la nave y pusieron
rumbo de nuevo a su planeta pensando como torturar a su rehén y cómo atacarían
aquel planeta tan extraño.
Al
llegar a Venus, encerraron al perrito en una celda de máxima seguridad junto a
dos guardias. Mientras, las fuerzas militares venusinas preparan una estrategia
para atacar a la Tierra; sin embargo, pasaron las semanas y los guardias de la
celda se fueron encariñando con el perro. Cada vez que le llevaban comida este
movía la cola, les sonreía, o les lamía la cara efusivamente.
Decidieron
liberarlo y llevarlo de nuevo ante el Makuly. Le explicaron lo noble y cariñoso
que era, lo que hizo reflexionar al gran líder. Pronto, Makuly y el perro se
hicieron grandes amigos, lo que motivó que se cancelaran los planes de atacar a
la Tierra como estaba previsto; mientras, en el planeta azul nunca nadie
imaginó que un perro salvara la vida de todos y cada uno de los seres que
habitaban allí.
Alberto Cajal
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